El lunes 8 de abril nos despertaremos con la alarma del reloj.
Algunos alumnos dirán: ¡Se terminaron las vacaciones, qué flojera!
Dos semanas de vacaciones con horarios relajados y cambios de rutinas cotidianas, marcarán mucho el estado de ánimo de los alumnos…y de los maestros.
La coincidencia de que el primer día después de vacaciones sea un lunes, agrava un poco la situación.
El regreso a un entorno de demandas y exigencias siempre produce reajustes, las vacaciones son zona de confort .
¿Qué podemos hacer para reincorporarnos a la vida escolar?
Quizás debemos reconocer que la percepción del entorno de la escuela y del aula es importante. Algo así como percibir que el vaso está medio lleno o está medio vacío; ver las cosas de manera negativa o positiva.
Los maestros debemos reintegrarnos a la vida escolar con una buena dosis de entusiasmo, mostrando nuestra mejor imagen ante ellos.
Retomar la vuelta al trabajo con una actitud positiva será nuestra meta para no alargar este proceso de readaptación a los horarios rígidos.
No regresemos con la pregunta de cuántos días o semanas faltan para volver a descansar. Este planteamiento nos lleva directamente a lo que algunos llaman síndrome postvacacional. Volvemos con energía renovada, nunca contando el tiempo como una cuenta atrás. Cada momento debe ser aprovechado como tiempo presente. Es el único que en realidad existe.
Creemos que la ocasión justifica recordar una frase del gran pedagogo Paulo Freire:
“Si soy puro producto de la determinación genética o cultural o de clase, soy irresponsable de lo que hago en el mundo y si carezco de responsabilidad no puedo hablar de ética”.
¡Feliz regreso a la escuela!
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